Normalmente hago referencia a "El País", sobre todo en su sección de economía o negocios, por la calidad de la mayoría de sus artículos. Pero a veces me sorprende negativamente por secciones como "nimileuristas" que considero un claro ejemplo de cómo no han de afrontarse las situaciones difíciles, de cómo se encuentra rentabilidad a eso de vender frustración.
Por supuesto que en estos momentos, con una tasa de desempleo juvenil cercana al 50% y con trabajos que ofrecen remuneraciones bajas, la situación no es la que nos gustaría. Pero lo que me parece detestable de la sección en cuestión es el enfoque triste, descorazonador y victimista que hace. Estoy convencido de que hay mucha gente que cada mañana se levanta dispuesta a luchar, a plantar cara a los problemas y a buscar con ánimo y determinación soluciones y salidas al día a día. Con esfuerzo e ilusión como compañeros de viaje, tendremos más probabilidades de salir adelante. Si a esto le añadimos dosis de creatividad y buscamos formas para mejorar nuestro entorno, es posible que progresemos. Si nos dejamos llevar por el desánimo y el derrotismo, tendremos el partido perdido antes de salir al campo a disputarlo.
En uno de los artículos de la serie se menciona un dato para mi sintomático del espíritu poco luchador y acomodado que nos invade: el 56% de los jóvenes (de 16 a 30 años) encuestados en un estudio, prefiere un puesto de funcionario a un contrato indefinido en una empresa. ¿Qué pasaría si sólo la mitad de las personas que se preparan para una oposición, buscaran o crearan nuevas oportunidades de empleo? ¿Si el mismo esfuerzo no remunerado lo dedicasen a sacar adelante un sueño, un proyecto que les ilusione? ¿Por qué tiramos por el sumidero años de preparación y esfuerzo? Probablemente porque colectivamente pensamos que merece más la pena vivir tranquilamente que dedicar todos nuestros esfuerzos a luchar por un proyecto ilusionante.
Demasiado capital humano desaprovechado. Un lujo que no nos podemos permitir.