Hace unos días
la contra de La Vanguardia publicaba una entrevista en la que el entrevistado hacía la reflexión de que para que un mayor número de personas trabajase era necesario repartir el trabajo. Literalmente decía: "trabajar menos, trabajar todos". Esto me llevó a recordar la idea de que la economía no es un juego de suma cero. O dicho de otro manera, lo que uno gana no tiene que venir necesariamente de la misma pérdida de otro. E igualmente, la solución al problema del desempleo no pasa por repartir el trabajo. Esta conclusión es demasiado reduccionista y olvida consideraciones que hay que tener presentes.
Por ejemplo, ante un aumento de la productividad (hacer más con los mismos recursos) podemos pensar por la misma regla de tres, que se puede producir una disminución del empleo en la misma proporción, y esto no es así. Normalmente se produce el efecto contrario: un aumento de productividad lleva aparejado un aumento de los salarios (directa o indirectamente) que favorece el aumento del consumo y con ello el aumento del empleo.
Otro ejemplo de cómo algo tan sencillo como reducir la jornada laboral con un buen propósito puede tener un efecto contrario al deseado. Supongamos que me reducen la jornada laboral a la mitad, pero que el sueldo no se reduce en la misma proporción. Lo que se está consiguiendo es aumentar los costes laborales y con ello el coste del producto o servicio que mi empresa vende, lo que a su vez hará menos atractiva también la demanda de trabajo por parte de la empresa. Y a esto le podemos sumar el efecto que en el trabajador puede tener la reducción de la jornada laboral. No necesariamente hará un uso de la mayor disponibilidad de ocio que esto le pueda suponer, sino que puede buscar otro trabajo para complementar el primero, lo que sumado a lo anterior se traducirá en una menor disponibilidad de empleo para los nuevos trabajadores, es decir, justo el efecto contrario al buscado.
Esto son sólo dos ejemplos que ponen de manifiesto que los modelos económicos actuales son algo bastante más complejo que sumar y restar. Han de tener en cuenta un buen número de variables y la interacción entre ellas en el momento actual y en el futuro, y en consecuencia, hemos de ser más exigentes cuando buscamos explicaciones a una determinada cuestión.
Y es aquí como casi siempre cuando la cosa se complica. Un mayor grado de exigencia implica más dedicación y tiempo para analizar las cosas. Algo que pocas veces estamos dispuestos a dar.